Un musical estrambótico e introspectivo que rastrea las fronteras entre la tragicomedia y la protopoesía. Una propuesta ecléctica que combina la performance y el audiovisual para narrar desde distintas latitudes el aparatoso plan que la Imaginación ha urdido para fugarse del Mercado al que la malvendimos para coleccionar espejos.
Un Grito poliédrico que reivindica paisajes más allá de ombligos apoltronados, descuartizando estereotipos y paradigmas que mercadean con la estupidez colectiva.
DE QUÉ VA
En esta crónica sinfónica de un suicidio anunciado, "Pierre Lévrier", escritor hispano-francés de éxito efímero en caída libre, encarna el destierro cruento e implacable que el Materialismo reserva a aquell@s que dejan de pedalear en el ridículo patinete kitsch sobre el que surcamos el Infinito.
Incapaz de administrar su desastre y comulgar con el colapso humano, nuestro borrascoso antihéroe, disfrazado de Cervantes desde que descarrió, vagabundea a trompicones después de dilapidar lo mendigado apostando en un canódromo cercano a la nave abandonada en la que subsiste, y desde donde emprenderá una “Carrera imposible”, tejida con los jirones de su ruina, en la que compite el auténtico protagonista de esta suculenta fábula existencialista, “Mick the Miller”, el galgo de carreras más famoso del mundo, alter ego fortuito e hiperdomesticado que, amordazado por una Sociedad de Consumo histérica que estrangula la idea y ampara el abuso de poder, incapaz de seguir acatando, claudicará despeñándose hacia el Olvido donde, según parece, hasta el Dolor se calla...
Un trabalenguas tan audaz como insensato... Una elegía del tiovivo... Un Requiem por los que nunca existirán... Un desafío de fogueo... Una distopía torpe que invita al espectador a pronosticar su propia “Autopsia” para llorar aquellos rumbos que descartamos, reivindicando el derecho a inventar caminos distintos... Una Oda defenestrada a la aterradora libertad, esencia del arte, instinto divino de nuestra condición mamífera...
CÓMO ES
Cuatro músicos, a modo de coro griego, armonizan la trama interpretada por un actor que interactúa con una gran pantalla que desempeña diferentes funciones (videoclips, poesía visual, videojuegos, cicloramas, breves piezas cinematográficas integradas en la acción, y proyecciones en directo).
Las distintas etapas por las que pasa nuestro protagonista están íntimamente ligadas a las canciones de un repertorio ecléctico y arriesgado, escogiendo el soliloquio para expresar la soledad y el estado de abandono de los individuos, así como la pérdida y deterioro de las relaciones humanas.
Una trepidante puesta en escena que se columpia entre un concierto circense y un monólogo surrealista propenso a profanar la cuarta pared.